Cuando la víctima se vuelve culpable
Culpar a la víctima es probablemente uno de los comportamientos más graves e inhumanos que se pueden mostrar hacia una víctima que tiene el coraje de denunciar y pedir ayuda. Consiste en culparla en lugar de escucharla, en acusarla en lugar de ayudarla: convertirla en víctima por partida doble.
Este fenómeno está mucho más extendido de lo que se piensa y está alimentado por estereotipos de género que, por desgracia, en 2024, siguen arraigados en nuestra sociedad. La victimización secundaria afecta principalmente a las víctimas femeninas y también puede ser no explícita: se trata de la pregunta “¿pero cómo estabas vestida?”. a una víctima de violación o “eh, pero también envías ciertas fotos” a una víctima de IBSA.
En estos casos el foco se desplaza del agresor a la víctima, quien se vuelve parcialmente responsable de lo sucedido. Se ha demostrado ampliamente que culpar a las víctimas puede tener consecuencias psicológicas muy graves para ellas, quienes en cambio necesitan ser escuchadas primero.
Escuchar activamente, con empatía y sin prejuicios debería ser responsabilidad de todos, desde las fuerzas del orden hasta los ciudadanos individuales, para intentar en la medida de lo posible evitar la victimización secundaria.